Desde el arranque, los londinenses del
Chelsea marcaron el ritmo. Presión alta, despliegue físico y conexiones precisas dejaron sin reacción a un
PSG aturdido. Palmer abrió el marcador a los 22 minutos con una definición precisa tras un rebote en el área. Ocho minutos más tarde, repitió la fórmula: pase quirúrgico de
Enzo Fernández y otra definición al segundo palo. Era el 2-0 que ya empezaba a definir el título.
El tercero fue una obra de arte: Palmer condujo con clase, frenó, pensó y asistió con sutileza a Joao Pedro, que definió con una deliciosa vaselina ante Donnarumma. Golazo, 3-0 y final anticipado.
El segundo tiempo fue puro trámite. PSG, con más ganas que ideas, intentó descontar, pero Robert Sánchez estuvo impecable bajo los tres palos. Chelsea manejó los tiempos y esperó el pitazo final del árbitro Alireza Faghani para desatar el festejo.
Con esta consagración, Chelsea completó su colección total de títulos nacionales e internacionales, sumando el flamante Mundial de Clubes a una temporada inolvidable que ya lo había visto campeón de la Conference League y clasificado a la próxima Champions.
Palmer se consagró como la gran joya del equipo, mientras que Enzo Fernández volvió a levantar un trofeo internacional. PSG, en cambio, se quedó sin respuestas en una final que lo desbordó desde el inicio.
Chelsea, campeón del mundo. Una frase poderosa que define el presente y proyecta un futuro ilusionante.