Con un hombre de más, la “Academia” se lanzó definitivamente al ataque. Agustín Almendra probó desde afuera a los 22 minutos, aunque su remate fue contenido por Rossi. Doce minutos más tarde, un centro al segundo palo encontró el cabezazo de Adrián “Maravilla” Martínez, que no logró direccionar con precisión y terminó en las manos del arquero brasileño.
En el tramo final, el corazón pudo más que las piernas. A un minuto del cierre del tiempo reglamentario, Adrián Balboa ganó de arriba en el área chica y su testazo se fue apenas desviado, estremeciendo al Cilindro. Y cuando el reloj marcaba el primer minuto de descuento, el destino volvió a vestirse de negro y rojo: un centro quedó suelto en el área y Luciano Vietto, de volea, reventó el arco, pero Rossi voló y desvió el balón con una atajada monumental que selló la clasificación de Flamengo.
Con el 1-0 global, Racing quedó a un paso de la final, pero se fue de pie, ovacionado por su gente y con la sensación de haber recuperado el orgullo copero. El equipo de Costas firmó una Libertadores histórica, alcanzando las semifinales por primera vez desde 1997, y mostrando un fútbol intenso, valiente y lleno de carácter.
Aunque el sueño quedó trunco, la “Academia” dejó un mensaje claro: la mística sigue viva, el corazón late fuerte y el regreso a la elite continental ya es una realidad.