La conmemoración del Día de la Escarapela fue instaurada oficialmente en 1935 por el Consejo Nacional de Educación, a partir de una iniciativa de docentes de Buenos Aires. En 1951, la fecha fue incorporada al calendario escolar, reforzando su importancia en la enseñanza de los valores patrios.
Cada 18 de mayo, los argentinos lucen la escarapela en el pecho, cerca del corazón, como un gesto de orgullo y pertenencia. Su diseño puede variar entre rosetas, moños o cintas, pero siempre mantiene los colores celeste y blanco, que evocan el cielo y la libertad.
Más allá de su función histórica, la escarapela sigue siendo un símbolo de identidad nacional, recordando el compromiso con los ideales de libertad, igualdad y soberanía que marcaron el nacimiento de la Argentina.