se casó con Sara y tuvieron 10 hijos de los cuales ninguno siguió la herencia familiar, pero si lo hizo Adrián, con mucho énfasis relata que siendo un niño, su abuela le contó todas las historias de su familia. Solían sentarse juntos todas las tardes a tomar mate. Vivían en casas diferentes pero él se cruzaba, diariamente, a charlar y compartir bellos momentos con ella.
Adrián sigue con la historia de la familia y cuenta que dos hermanos Beucher, Pablo y Moisés, llegaron a Mendoza desde Francia en 1919, sin sus padres, con tan solo 10 y 7 años a cargo de una familia amiga con apellido Better padre de Anita que luego se casa con Pablo Beucher y ahí nace José Bernardo Beucher, abuelo de Adrián que no llegó a conocerlo físicamente, por causa de la partida de este mundo.
Adrián Beucher, si conoció a través del apasionado y cálido relato de abuela Sara, en esas tardes llenas de anécdotas, serias, risueñas, divertidas y convincente del amor entre la abuela , su abuelo (ya ausente) y el.
La familia Beucher desde 1940 elaboraba vinos. Pero pasa el tiempo y ninguno de los 10 hijos que tuvo el matrimonio se dedicaban a las vides y sus productos.
Adrián toma la iniciativa y crea vinos Beucher para continuar con el legado de su abuelo y enfatiza con orgullo que las etiquetas fueron creadas por fotos del álbum familiar y donde cada una representa una parte de su historia.
La etiqueta de su abuela y su abuelo a caballo es cuando se conocen y forman la familia.
Pero la más atrapante es el encuentro de Sara que interpreta el encuentro de José Bernardo Beucher con su amada esposa.
Adrián vivió con todas esas historias en su cabeza de pequeño hasta adulto. Ahí entendió el sentido de aquellas y creó vinos Beucher.
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Por eso sus vinos, son como un legado destinados a compartirse en familia y entre amigos. Es una manera de transmitir los valores que le dio su abuela. Durante toda la charla, Adrián mostró una gran emoción, a medida que transcurría su bello relato familiar.
Al final de la misma los sabores con la degustación realizada, pusieron un broche inolvidable en el paladar del periodista.
Daniel Villalba