Miles de aficionados se congregaron en los Campos Elíseos y en las inmediaciones del Parque de los Príncipes para celebrar el triunfo. Sin embargo, la euforia pronto derivó en disturbios, con enfrentamientos entre hinchas y fuerzas de seguridad. La policía intervino con gases lacrimógenos y camiones hidrantes para dispersar a los manifestantes, mientras algunos grupos radicalizados respondían con fuegos artificiales y objetos contundentes.
El saldo de la jornada fue alarmante: dos personas fallecieron en distintos incidentes, una de ellas atropellada en plena celebración y otra víctima de un ataque con arma blanca. Además, se registraron cientos de heridos, incluyendo agentes de seguridad y bomberos, y más de 500 detenidos.
Las autoridades francesas han condenado los hechos y han iniciado investigaciones para esclarecer los episodios de violencia. Mientras tanto, la comunidad futbolística lamenta que un momento histórico para el PSG haya quedado marcado por el descontrol y la tragedia.
El fútbol es pasión, pero también debe ser celebración en paz. Lo ocurrido en París deja una reflexión sobre los límites de la euforia y la necesidad de garantizar festejos seguros para todos.