En paralelo, se reconfiguró el “triángulo de hierro” que definía el núcleo de poder libertario. Karina conserva la lapicera partidaria, Caputo mantiene áreas estratégicas del Estado, pero perdió peso electoral. Y en el centro emergió Guillermo Francos, jefe de Gabinete, como articulador silencioso entre facciones enfrentadas.
La tensión interna no solo dejó heridos políticos, sino que también expuso la escala de valores que rige el modelo Milei: subordinación, pragmatismo y control. La pureza ideológica quedó relegada frente a la necesidad de blindar el liderazgo presidencial. En ese marco, la campaña bonaerense será una prueba de fuego para el nuevo orden libertario.