Finalmente, al hablar de sus aspiraciones políticas y con el impulso de su primera experiencia electoral, Viña dejó abierta la puerta a distintas posibilidades, aunque con una inclinación por los espacios más cercanos al ciudadano: “Me apasiona el contacto directo con la gente. Hoy me veo más en un Concejo Deliberante que en una banca legislativa más allá de lo importante que ser parte de la Legislatura, porque me gusta trabajar cara a cara con el vecino, la política real, no desde un escritorio. Pero todo se irá viendo con el tiempo, pueden pasar muchas cosas en dos años”.
Con una mirada autocrítica pero optimista, Micaela se perfila como una de las jóvenes figuras emergentes de la política tucumana. En tiempos donde la grieta sigue dividiendo al país, apuesta por el diálogo, la transparencia y la cercanía. Su desafío ahora es sostener esa energía y convertirla en una construcción sólida hacia 2027.
En el cierre, Viña, resume con convicción: “No hay grieta que pueda con la pasión de servir a los tucumanos”.