Sobre su futuro personal, CFK dijo que si la condenaran y le impidieran participar de la vida política eso debería ser leído como una venganza -aunque no usó ese término- de los grupos concentrdos del poder económico. “Lo que nunca me van a perdonar es que en esos doce años pudimos lograr los niveles de desempleo más bajos pero también la participación (en el ingreso) más alta de los trabajadores de toda la historia nacional”, subrayó.
Luego profundizó sobre los factores de poder que, en su visión, están impulsando su condena y proscripción. Mencionó una vez más al “poder económico hegemónico”, al que definió como “muy inteligente, mucho más que algunos dirigentes de nuestro propio espacio”. Sugirió que sectores buscan inhabilitarla para impedir que se repita un proceso similar al ocurrido entre 2017 y 2019. De su balance de esos años, tras competir en las legislativas de medio término, Cristina valoró que contribuyó a aglutinar a “las fuerzas que se habían fragmentado del peronismo y el panperonismo”. “Presentamos batalla y vencimos”, repasó sobre la elección presidencial de 2019.
La dos veces presidenta se mostró combativa y frontal. Cuestionó con desparpajo al propio Javier Milei y a otros representantes del mileísmo. “Manga de burros y burras, nunca vi semejante nivel de brutez (sic)”, describió. También fue lapidaria en su crítica a la crueldad motorizada desde la cima de la administración. “Tener un hijo discapacitado no puede ser una maldición. Energúmenos y bestias, ¿cómo le dicen a la gente que el Estado no tiene la culpa de que tengan un hijo discapacitado? ¿Cómo se puede ser tan h de p (sic)?”, repudió.
Su discurso, que se extendió más de lo habitual para sus últimas apariciones, recuperó la épica de tiempos convulsionados. Y mientras ella batallaba en Corrientes, varios actores del poder hacían sus apuestas sobre lo que ocurrirá la próxima semana en el cuarto piso de Tribunales.
Tiempo Argentino