La apertura comercial impulsada por el Gobierno nacional comienza a mostrar sus efectos en la industria local. Esta semana, ejecutivos de Santista Argentina —firma con casi un siglo de trayectoria en el país— se reunieron con autoridades tucumanas para exponer la difícil situación que atraviesan ante el aumento de importaciones textiles.
Durante el encuentro en Casa de Gobierno, el ministro de Economía Daniel Abad y el secretario de Producción Eduardo Castro escucharon las preocupaciones de la empresa, que emplea a unos 900 trabajadores entre sus plantas de Famaillá y Buenos Aires. Los directivos advirtieron que, de no revertirse el escenario, podrían verse obligados a suspender turnos de producción, lo que impactaría directamente en el empleo regional.
Uno de los puntos críticos es la diferencia de costos: producir un jean en Argentina cuesta alrededor de 3,60 dólares, frente a los 2,50 en Brasil y 1,50 en Pakistán. Esta brecha pone a las empresas locales en clara desventaja competitiva.
Desde el Gobierno provincial se pidió prudencia y se instó a evitar decisiones que agraven la crisis. “Es probable que disminuyan la producción si no se modifica la política aperturista del Gobierno nacional”, reconoció Abad, quien también señaló que el enfriamiento de la actividad golpea fuertemente el consumo interno.
La preocupación no es exclusiva de Santista. Otras firmas textiles de la provincia y la propia Unión Industrial Argentina (UIA) han alertado sobre la caída del nivel de actividad, la pérdida de empleos —37.000 desde agosto de 2023— y la necesidad urgente de políticas que faciliten el acceso al crédito productivo.
En este contexto, Tucumán enfrenta el desafío de sostener su entramado industrial frente a una política económica nacional que prioriza la apertura y la competencia externa. La tensión entre modelo económico y realidad territorial vuelve a estar en el centro del debate.