Porque a pesar de salir con los mismos 11 y de repetir esa disposición en la que Belmonte volvió a ser cinco cinco, y Pol y Miramón internos con mucha solidaridad, ese inicio del segundo tiempo careció de protagonismo xeneize. Si hasta pareció que el equipo estaba más preparado para salir de contra que dispuesto a adelantar líneas y aprovechar los metros que la visita podía dejar en su afán por buscar el empate.
Eso, para preocupación de cara a lo que viene, tampoco fue un espejismo sino todo lo contrario. Y si no se cristalizó en la realidad de un empate que tampoco hubiese sido justo fue porque el gol del Toro Morales (sí, el pibe que pertenece a Boca, quien salió a festejarlo pidiendo perdón) fue anulado por un offside previo de Adrián Balboa y porque las dos jugadas de peligro real (milagrosas salvadas ante remates del propio Balboa y de Lucas Gamba), no tuvieron la precisión suficiente y -también- porque llegaron ambas en tiempo de descuento.
El balance, en definitiva, sigue siendo positivo. Con necesidad de ajustes y alguna falencia en el recambio, pero con muchos aspectos a destacar y signos de recuperación en más de un jugador. Cuestiones no menores que ayudan a creer en que lo que viene tiene buen pronóstico. Por lo pronto, Boca volvió a ganar tres partidos al hilo. Y tiene una credencial con bastantes argumentos para ir en busca de un cuarto -primero- y del pase a la final de la Copa Argentina en siete días.
Olè