Aunque el museo aún no cuenta con muestras permanentes, se realizan activaciones culturales con aforo limitado, como
, una performance multidisciplinaria que fusiona danza, teatro, artes visuales y música. La obra, con entradas agotadas para el 26, 27 y 29 de abril, invita al público a "cruzar un umbral" simbólico y físico, ubicándose dentro de la escenografía.
Con un acervo de 960 obras de artistas locales y del NOA, el museo funciona como un archivo que trasciende lo visual. "Cada pieza aquí guarda la intención de interpelar al espectador desde lo sensible", reflexionó la directora. "El arte nos obliga a recordar desde nuevas perspectivas", sostuvo. Además, destacó la proyección global de los tucumanos: "levantas una baldosa acá y nace un artista de talla internacional". Ejemplos como
Gabriel Chaile, cuya obra llegó al
Guggenheim, o
Tiziano Cruz, radicado en
Suiza pero aún vinculado a residencias artísticas en la provincia, ilustran este fenómeno. "Ellos piensan en
Tucumán desde cualquier lugar del mundo", afirmó Rodríguez Díaz, evidenciando el talento local que trasciende fronteras.
En un contexto de desafíos sociales y económicos, la directora enfatizó el rol del arte como herramienta para "atravesar umbrales" y encontrar nuevas oportunidades. "En toda crisis hay oportunidades ocultas; Tucumán tiene un potencial increíble", sostuvo, aludiendo a la resiliencia de la comunidad artística local. Aunque evitó dar detalles sobre futuras exposiciones, confirmó que se planean colaboraciones con artistas "
de renombre internacional" y habilitaciones parciales del edificio, que esperan restaurar por completo en uno o dos años. “Nuestro desafío es convertir este lugar en un semillero de futuro", agregó. "Cada exposición será un nuevo capítulo en esta historia que seguimos escribiendo".
En un escenario donde la identidad arquitectónica tucumana suele diluirse, el Timoteo Navarro emerge como un bastión irremplazable. "Es urgente recuperar estos espacios que nos definen", insistió Rodríguez Díaz, quien invita a redescubrir el museo no solo como contenedor de arte, sino como un testimonio vivo de la historia y la creatividad tucumana. Con su reapertura, el arte local dialoga con el mundo. Como sentenció Rodríguez Díaz: "Aquí no solo exhibimos obras; construimos memoria".