La alerta se disparó tras los recientes bombardeos de Estados Unidos a instalaciones nucleares en Irán, una acción que, según fuentes oficiales israelíes, podría motivar represalias indirectas a través de estos grupos aliados de Teherán. Aunque hasta el momento no se han registrado ofensivas concretas, el gobierno de Benjamin Netanyahu considera que el riesgo es alto y mantiene desplegado un sistema de inteligencia y defensa en estado de vigilancia permanente.
Según trascendió, satélites estadounidenses, drones israelíes y agentes del Mossad trabajan en conjunto para monitorear movimientos sospechosos en Gaza, Cisjordania, el sur del Líbano y zonas estratégicas de Yemen. La experiencia del ataque del 7 de octubre de 2023, que dejó cientos de muertos en territorio israelí, sigue fresca en la memoria colectiva y condiciona la respuesta oficial.
Aunque las organizaciones armadas han permanecido inactivas en los últimos días, analistas advierten que podrían estar replegándose para evitar nuevas derrotas militares. Sin embargo, el temor a una ofensiva sorpresa persiste, especialmente si Irán decide activar a sus aliados como respuesta a los ataques sufridos.
La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos, mientras crece el temor a una escalada regional de consecuencias imprevisibles. En las calles de Israel, el silencio y la tensión son el reflejo de un país que, una vez más, se prepara para lo peor.