Aunque el aumento del precio del petróleo —que ya subió más del 5%— podría beneficiar a las exportaciones argentinas de hidrocarburos, también representa un riesgo inflacionario. El encarecimiento del crudo presiona sobre los costos internos y podría limitar el margen del Banco Central para sostener la baja de tasas.
Además, la posibilidad de un cierre del estrecho de Ormuz, por donde circula cerca del 20% del comercio mundial de petróleo, genera temores de un shock de oferta que afecte la economía global. En ese escenario, los analistas coinciden en que la estrategia del Gobierno argentino de volver a los mercados de crédito podría verse comprometida, al aumentar la percepción de riesgo sobre el país.
En resumen, el conflicto internacional no solo reconfigura el tablero geopolítico, sino que también pone a prueba la resiliencia de los activos argentinos en un momento clave para su recuperación.