El fenómeno también se refleja en los métodos de pago: las compras con tarjeta de crédito pasaron del 39% al 46%, mientras que el uso de débito cayó, lo que sugiere un mayor endeudamiento de los hogares para sostener el consumo básico.
Aunque las ventas totales en supermercados crecieron un 3,7% en el primer trimestre de 2025, las de alimentos cayeron un 5,8%, lo que evidencia una recuperación desigual. Las promociones, entonces, no solo son una estrategia comercial, sino también un termómetro de la crisis: sin ellas, el consumo se desploma.
El desafío para el sector es doble: mantener la rentabilidad sin perder volumen y evitar que el consumidor se acostumbre a comprar solo con descuentos. Mientras tanto, las góndolas siguen siendo un campo de batalla donde cada oferta puede marcar la diferencia entre vender o no vender.