Los referentes gremiales también discutieron la necesidad de articular con otras organizaciones sindicales y sociales para construir una respuesta unificada. “No estamos en contra de los cambios, pero no vamos a aceptar una reforma que recorte derechos”, señalaron desde la conducción.
Además, se resolvió solicitar una audiencia formal con el presidente Javier Milei y con los legisladores que impulsan el proyecto, con el objetivo de plantear objeciones y proponer alternativas. La CGT advirtió que, de no ser escuchada, podría convocar a una jornada nacional de protesta.
El debate sobre la reforma laboral se instala así como uno de los ejes más tensos del nuevo escenario político, con impacto directo en millones de trabajadores y en la relación entre el Gobierno y el movimiento obrero.