La empresa Whirlpool anunció el cierre de una planta de producción en el país, lo que derivó en el despido de 220 empleados. La medida impacta de manera directa en la industria manufacturera y en la situación laboral de cientos de familias que dependían de esa fuente de trabajo.
El cierre se enmarca en un contexto de dificultades económicas y caída de la demanda interna, que afecta a distintos rubros vinculados a la producción de electrodomésticos. Desde el sector gremial se expresó preocupación por la pérdida de puestos de trabajo y se reclamó la intervención de las autoridades para proteger la actividad industrial.
La decisión de Whirlpool también reaviva el debate sobre la necesidad de políticas que acompañen a las empresas en momentos de crisis, evitando que las dificultades coyunturales se traduzcan en cierres y despidos masivos.
Analistas advierten que el impacto no solo se limita al empleo directo, sino que también afecta a proveedores y comercios vinculados a la cadena de producción y distribución.