habla con la naturalidad de quien tiene las ideas claras desde muy chico. Tiene apenas 16 años, pero su discurso suena al de un futbolista formado, consciente de lo que cuesta llegar y de lo fácil que es desviarse. Tucumano, categoría 2009, delantero con más de 30 goles en menos de 50 partidos, hoy vive y se entrena en Buenos Aires, defendiendo los colores de River Plate en la Metro, con la mira puesta en AFA y un paso más arriba.
“El arranque fue en Argentinos. De ahí surge la oportunidad de irme a Buenos Aires mediante
Hernán Estrata. Primero estuve en su casa, después me llevó a Cambaceres para adaptarme. Estuve un mes, mostré un buen nivel y ahí me llevó a probar a la Escuela de River de Ingeniero Maschwitz”, contó en su visita al programa
Parte de Prensa. Ese fue el primer contacto real con el mundo River. “Hice todo el año en la Liga Metro y después jugué la Copa Oxígeno, donde hay equipos de la Primera C. Ahí empecé a jugar en la Primera de Cambaceres. Arrancamos bien de abajo, si se quiere, comparado con lo que es hoy River”.
Hoy, su presente lo encuentra en la Metro de River, pero con un objetivo claro a corto plazo. “Ahora estoy en Metro, pero el proyecto es que el año que viene ya estemos en AFA y probar en algún equipo, reserva o dar un pasito más”, explicó, dejando en claro que el camino recién empieza.
Alabarce juega de delantero, extremo moderno, con recorrido largo y diagonales constantes. “Soy mucho de correr, de mitad de cancha para adelante. No voy tan recto, voy en diagonal y tengo muchas llegadas largas. Por eso también los goles”, explicó sobre un promedio que sorprende: más de 30 tantos en una temporada. Incluso contó que lo probaron de lateral derecho. “Lo hice bien, pero me manejo mucho más como extremo”.
La diferencia entre Tucumán y Buenos Aires, para él, es clara y contundente. “Allá el enfoque es otro. En todos los partidos te tenés que demostrar al 100% porque no sabés quién te está mirando. Te pueden ver de varios clubes. Acá eso no pasa tanto, hay pocos clubes”, analizó. Y fue más profundo: “Allá se trabaja el doble que acá”.
Su rutina diaria impresiona para alguien de su edad. “Entreno a la mañana, vuelvo, como, me baño y voy a entrenar a River. Y a la noche vuelvo a hacerlo. A veces hacía tres turnos”, relató. Todo eso mientras cursa cuarto año de la secundaria. “Duermo siete horas y media u ocho”, dijo, casi como una confesión de que el cuerpo va al límite.
El sacrificio aparece como una palabra clave en su historia. “No es solo alejarte de tus viejos, también de donde viviste toda tu vida. Levantarse temprano, hacer tres turnos, entrenar con dolor, no salir, no tomar. Eso es sacrificio y disciplina”, afirmó. Y dejó una frase que resume su mentalidad: “Estoy canjeando adolescencia por querer llegar a Primera”.
Lejos de idealizar el camino, Alabarce fue claro al hablar de un tema sensible en el fútbol argentino: el acomodo y la plata.. “Acomodo hay en todos lados, he visto gente que acompaña con dinero para poder jugar. No comparto esa idea. No quiero que me conozcan por la plata, sino por la forma de jugar”, sostuvo con firmeza, incluso mencionando casos conocidos en clubes grandes.
A la hora de dar un mensaje a otros chicos que sueñan con lo mismo, no dudó: “Si tienen un objetivo, que luchen y sepan que van a tener que hacer sacrificios. Todo es a base de sacrificio y enfoque”.
River no es solo su presente futbolístico, también es su sentimiento. “Soy de River desde chiquito, no solo porque juego acá. Ver a River hoy me genera un sueño, ojalá algún día pueda estar ahí”, confesó, con la ilusión intacta pero los pies sobre la tierra.
Detrás del jugador hay un chico con valores claros, muy arraigados a su familia. “Mis viejos siempre me enseñaron a ser disciplinado, no solo en el fútbol, en la vida. Ellos y mis hermanos están siempre atrás mío”, destacó. Y cuando se habla del futuro, sorprende otra vez: si no fuera fútbol, elegiría medicina. “Me apasiona desde chico. Me gustaría ayudar a la gente, salvar vidas”.
Benjamín Alabarce no esquiva preguntas, no romantiza el éxito ni busca atajos. Se expresa con madurez, entiende el contexto y sabe que el talento solo no alcanza. En Parte de Prensa dejó algo más que una nota: dejó el retrato de un pibe que sueña en grande, trabaja en silencio y tiene muy claro que el camino al fútbol profesional se construye todos los días, con esfuerzo, disciplina y convicciones firmes.
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