La renuncia de Musk se produce apenas un día después de que criticara el megaproyecto fiscal impulsado por la administración republicana. En una entrevista con CBS, el empresario calificó la legislación como un “proyecto de gasto masivo” que incrementa el déficit federal y contradice los principios de eficiencia que promovía desde el DOGE.
Durante su gestión, Musk impulsó medidas para eliminar regulaciones excesivas y recortar gastos innecesarios, pero enfrentó resistencia interna y desafíos legales. Su salida marca el fin de una etapa en la que intentó reformar el aparato estatal bajo una visión de optimización y reducción de costos.
El empresario también anunció que reducirá su participación en campañas políticas futuras y que enfocará su tiempo exclusivamente en sus compañías, como Tesla y SpaceX. “Pasaré 24/7 en el trabajo y dormiré en salas de conferencias, servidores y fábricas”, escribió en sus redes.
La renuncia de Musk genera incertidumbre sobre el futuro del DOGE y el impacto que tendrá en la agenda legislativa de Trump. Mientras algunos ven su salida como una señal de desacuerdo con la administración, otros consideran que el empresario simplemente busca alejarse de la política para concentrarse en sus negocios. Lo cierto es que su decisión marca un nuevo capítulo en la relación entre el magnate y el gobierno estadounidense.