"Nos estamos olvidando de lo básico —dijo León en un video que superó el millón de visualizaciones en menos de 48 horas—. Nos estamos acostumbrando a ver niños corriendo entre ruinas y pensar que eso es normal. No lo es. La guerra no tiene banderas, tiene consecuencias."
León no pertenece a partidos ni responde a intereses políticos. Su lucha es más simbólica, impulsada por la necesidad de reconectar con una humanidad que, según sus palabras, "parece anestesiada frente al dolor ajeno". Su mensaje no pretende imponer una verdad, sino sembrar dudas que inviten a la reflexión: ¿cuándo dejamos de indignarnos?
Desde que su publicación se volvió viral, León ha sido invitado a participar en encuentros estudiantiles y foros juveniles, y su manifiesto por la paz ha sido traducido al inglés, al francés y al árabe. No pretende ser un líder ni un héroe. Solo un adolescente que se animó a gritar lo que muchos sienten y pocos se atreven a decir.
"Quizás no puedo cambiar el mundo —concluye León—. Pero no quiero quedarme callado mientras el mundo se rompe en pedazos."