El movimiento confirma lo que ya se percibía en la Casa Rosada: la etapa del “diálogo y los consensos” está muerta. Francos y Catalán representaban el ala más política y negociadora de la gestión libertaria; ambos quedaron fuera en cuestión de horas. En su lugar, el Presidente coloca a figuras de confianza absoluta y de perfil ideológico duro, con Manuel Adorni como nuevo jefe de Gabinete y el enigmático Santiago Caputo en la mira para absorber áreas clave del Interior.
Catalán anunció su renuncia en redes sociales, agradeciendo “la confianza del Presidente” y ratificando su adhesión a La Libertad Avanza. Pero el trasfondo político es claro: su salida sella el fin de una breve etapa institucional en la que se intentó recomponer puentes con gobernadores y sectores legislativos. La reunión de los 18 mandatarios provinciales en Casa Rosada, organizada por Francos y Catalán, fue el último acto de ese intento.
El rediseño del Gabinete —que Milei justificó como parte de una “segunda etapa de reformas estructurales”— redefine el mapa interno del poder: menos ministerios, más verticalismo, y la palabra presidencial como único eje de decisión. Desde el entorno libertario aseguran que el Presidente busca “velocidad y pureza doctrinaria” en esta nueva fase.
El mensaje político es inequívoco: quienes representen la moderación no tienen lugar. Milei blinda su núcleo más cercano, se despoja de los interlocutores con la vieja política y deja claro que la segunda mitad de su mandato se jugará sin red.