“El proyecto apunta a eliminar los convenios colectivos por rama y reemplazarlos por acuerdos individuales entre trabajador y empresa. Eso no es reforma, es precarización total”, sostuvo.
El eje de su propuesta pasa por reinstalar un programa socialista que contemple “un salario mínimo de dos millones de pesos, jubilaciones equivalentes al 82% de esa canasta y la prohibición de despidos”. En su visión, la respuesta no puede provenir de los partidos tradicionales, “ni del mileísmo ni del peronismo”, sino de una reorganización obrera con representación parlamentaria propia.
Carrazan, segundo en la lista, coincidió en el diagnóstico y sumó una crítica estructural al sistema político argentino. “Los trabajadores son los que producen la riqueza, pero siempre pagan los platos rotos. Milei devaluó un 70% y los efectos los soportaron los asalariados, mientras los grandes grupos económicos se beneficiaron”, afirmó.
El candidato también apuntó contra las burocracias sindicales: “La CGT y gran parte de las dirigencias gremiales han decidido sostener al gobierno. Se han convertido en custodios de sus cajas, no de los derechos de los trabajadores”. Para Carrazan, esta connivencia explica la falta de movilizaciones masivas frente a lo que describe como “un ajuste brutal comparable al de 2001”.
Ambos dirigentes consideran que el actual panorama guarda una peligrosa similitud con el colapso de hace más de dos décadas. “En noviembre de 2001 los diarios anticipaban la debacle y nadie supo encauzar el estallido. Hoy el riesgo es el mismo: una crisis sin dirección política que vuelva a dejar todo en manos del poder económico”, advirtió Grassino.
Durante la entrevista, los referentes de Política para la Clase Obrera fueron enfáticos al rechazar cualquier apoyo al gobernador Osvaldo Jaldo, a quien acusaron de co-gobernar con Javier Milei, pese a su retórica opositora.
“Jaldo simula una oposición discursiva, pero en los hechos apoya el ajuste de Milei. En el Congreso y en la provincia, el peronismo votó medidas que favorecen al FMI y a los grandes grupos económicos”, sostuvieron.
También denunciaron un pacto entre Jaldo y la burocracia sindical, especialmente en el sector docente, que explicaría la pasividad gremial frente al ajuste, los despidos, el cierre de escuelas y hospitales, y el avance de la reforma laboral.
Ante este escenario, Política para la Clase Obrera asevera que se presenta como una alternativa “para reagrupar a la clase trabajadora, reconstruir la conciencia colectiva y preparar una salida que no dependa del capital financiero ni del FMI”.
Su programa, en lo que proponen, incluye leyes para reforzar la educación y salud pública, garantizar jubilaciones dignas y crear empleo mediante la obra pública.
“Sabemos que en este Congreso no se resolverá nada. Pero necesitamos una tribuna desde la cual reorganizar a nuestra clase y construir un verdadero gobierno de trabajadores”, concluyó Grassino, marcando el tono de una campaña que busca recuperar el lenguaje de la izquierda socialista en tiempos de crisis y desconfianza política.