La situación es aún más grave entre los trabajadores informales, monotributistas sociales y cuentapropistas, donde la precariedad laboral se combina con ingresos inestables y falta de cobertura social. En muchos casos, se trata de personas que trabajan jornadas completas pero no alcanzan a cubrir necesidades básicas como alimentación, vivienda, salud y transporte.
El informe también señala que el salario mínimo, vital y móvil se encuentra muy por debajo de la canasta básica, lo que contribuye a la expansión del fenómeno de “trabajadores pobres”. Esta categoría, cada vez más extendida, refleja una paradoja del mercado laboral argentino: tener empleo ya no garantiza escapar de la pobreza.
Desde la CTA Autónoma se reclamó una urgente recomposición salarial, políticas de protección social y medidas para frenar la inflación, que erosiona día a día el poder de compra de los ingresos. También se pidió revisar el sistema de asignaciones y subsidios, para que lleguen efectivamente a quienes más lo necesitan.
La radiografía del trabajo en Argentina muestra un escenario de alta vulnerabilidad, donde millones de personas sostienen la economía con esfuerzo cotidiano, pero sin condiciones dignas. El desafío para el Estado y los actores sociales será revertir esta tendencia y garantizar que el empleo vuelva a ser sinónimo de inclusión y bienestar.