La sesión siguió con la Ley de Inocencia Fiscal, aprobada por 43 votos a favor y 26 en contra. La norma reforma el Régimen Penal Tributario, los procedimientos fiscales y crea una Declaración Jurada Simplificada. Para el oficialismo, se trata de “reglas claras” y un sistema menos persecutorio.
Para la oposición dura, un traje a medida de los grandes evasores, con beneficios que no alcanzan al contribuyente chico. La defensa libertaria habló de transparencia y contrato social; el rechazo peronista denunció un blanqueo de responsabilidades. En el medio, la UCR la definió como un “piso y no un techo”, reclamando una reforma tributaria más profunda que simplifique y baje impuestos a la producción.
El cierre dejó una postal clara: el Gobierno logró aprobar sus leyes clave, pero el consenso fue aritmético, no político. El Presupuesto 2026 y la Inocencia Fiscal nacen con fuerza parlamentaria y una controversia abierta: si el orden fiscal es la base del crecimiento o si, otra vez, el ajuste se cobra primero el futuro. El tiempo —y la ejecución— dirán si fue el comienzo de la previsibilidad o el costo oculto de la estabilidad.