El funcionario cuestionó el rol de las empresas tecnológicas: "ChatGPT, DeepSeed o Géminis no son neutrales; pertenecen a privados con fines particulares". Advirtió sobre el "perfilado" de usuarios y la "pérdida de soberanía tecnológica", al tiempo que llamó a "dejar de ser inocentes" frente al uso de datos personales.
Para contrarrestar estos riesgos, Farhat propuso tres ejes clave: educación, regulación y conciencia colectiva. En el ámbito educativo, mencionó iniciativas como un módulo sobre ciudadanía digital en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) dirigido a docentes. En cuanto a regulación, comparó la IA con un auto a 500 km/h: "Sin reglas, hay caos", y planteó debatir límites, como prohibir redes sociales a menores, siguiendo ejemplos de Australia y España. Sobre la conciencia colectiva, enfatizó: "Lo que compartimos en redes construye democracia u odio".
Al abordar el tema de la adicción tecnológica, Farhat admitió que "nos superó la tecnología" y criticó la falta de acompañamiento adulto e insistió en que "el dispositivo actual no fue diseñado para niños".
Frente a pronósticos como los de Elon Musk sobre un futuro dominado por robots, Farhat se declaró partidario de "potenciar capacidades humanas con tecnología, sin perder la dignidad". Sin embargo, alertó: "No es la IA la que nos reemplazará, sino personas que sepan usarla mejor que nosotros". “No hay mejor inteligencia que la humana”, enfatizó.
En conclusión, el secretario instó a formar "equipos que piensen escenarios futuros" para aprovechar la tecnología "con transparencia y bien común", remarcando que "la inteligencia humana debe seguir al mando".