La polémica se desató cuando se supo que el condado de Kerr no contaba con un sistema de alerta temprana para notificar a la población. Aunque el Servicio Meteorológico Nacional había emitido un aviso de inundación el jueves por la tarde, la advertencia formal recién se activó durante la noche, cuando el agua ya comenzaba a desbordarse. El juez local, Rob Kelly, admitió que “nadie sabía que venía este tipo de inundación” y reconoció la ausencia de mecanismos de notificación masiva.
El vicegobernador de Texas, Dan Patrick, defendió la actuación estatal y aseguró que se hicieron todos los esfuerzos posibles para advertir sobre el riesgo. Sin embargo, la tragedia reavivó el debate sobre la preparación de las autoridades locales ante fenómenos extremos, en un contexto de cambio climático que vuelve más frecuentes y violentos estos eventos.