La caída del IPC argentino es significativa si se compara con el 263,4% registrado en julio de 2024, y responde a una combinación de políticas contractivas, control monetario y contención del gasto público. Según el Fondo Monetario Internacional, el país podría cerrar 2025 con una inflación anual del 35,9%, lo que lo ubicaría en el octavo puesto global, empatado con Turquía.
Aunque la mejora es notable, persisten desafíos: la volatilidad cambiaria, el impacto del calendario electoral y la presión sobre el dólar oficial —que superó los $1.300— podrían alterar las expectativas. En América Latina, solo Venezuela, Bolivia y Argentina figuran entre los veinte países con mayor inflación estimada.
La salida del podio inflacionario representa un hito simbólico para la economía argentina, pero la meta de alcanzar un dígito anual sigue siendo un objetivo pendiente.