Desde el Gobierno subrayan que Grossi cuenta con experiencia en la gestión de conflictos internacionales, especialmente en el plano nuclear, y mantiene diálogo directo con líderes como Vladimir Putin y Volodomir Zelensky, además de otros referentes mundiales. Una de las plataformas de su campaña es reforzar la presencia de la ONU en conflictos bélicos, buscando soluciones concretas para la pacificación.
La Cancillería conformó una unidad especial de negociación para promover la candidatura y ya inició gestiones con los países del Consejo de Seguridad de la ONU, tanto permanentes como no permanentes. Aunque los miembros con poder de veto —Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido— serán decisivos, también se apunta a sumar apoyos de naciones como Grecia, Pakistán, Panamá, Dinamarca y Somalia, además de los que se incorporarán en 2026: Bahréin, Colombia, República Democrática del Congo, Letonia y Liberia.
Camino hacia la elección
El proceso electoral prevé que entre julio y agosto de 2026 se realice una votación informal, mientras que entre septiembre y octubre el Consejo de Seguridad elevará una propuesta con los candidatos finalistas. El reemplazo de António Guterres será definido en esa instancia.
Por el momento, Grossi es el único aspirante que confirmó formalmente su intención de competir. Se espera que en las próximas semanas se sumen otros nombres, entre ellos el de la expresidenta chilena Michelle Bachelet, aunque su postulación dependerá del escenario político en Chile tras la asunción de Antonio Kast.