La reciente escalada del dólar —que cerró julio con un alza cercana al 14%— activó una nueva ronda de aumentos en productos de consumo masivo. Empresas alimenticias, de higiene y limpieza comenzaron a enviar listas con subas de precios que van del 5% al 9%, pero los supermercados y mayoristas se resisten a convalidarlas, al menos en el arranque de agosto.
Entre los proveedores que ya comunicaron ajustes figuran Mondelez, con marcas como Terrabusi, Oreo y Milka; Unilever, que controla Hellmann’s, Dove y Axe; y SC Johnson, responsable de OFF!, Raid y Lysoform. También se sumaron Colgate, Papelera del Plata, San Andrés de Giles y empresas aceiteras, que justifican los aumentos en el encarecimiento de materias primas como el trigo y el girasol, altamente dolarizadas.
Las cadenas comerciales aseguran que no aceptarán “aumentos fuera de lugar” y que ahora comienza la negociación. Temen que la negativa derive en menor entrega de productos o desabastecimiento parcial, como ocurrió en abril tras la salida del cepo.
Del lado de los fabricantes, el argumento es claro: el salto del dólar impactó en costos logísticos, tarifas de servicios públicos e insumos importados, aunque aclaran que no todo el aumento se traslada a la góndola, ya que parte es absorbida por la industria.
El contexto es delicado. El consumo masivo volvió a caer en junio, con una baja interanual del 0,8%, y se estancó la recuperación del primer semestre. La capacidad de compra de los hogares sigue golpeada por la inflación, y el margen para nuevos aumentos es cada vez más estrecho.