“El presidente protege al mercado, pero se olvida de quienes trabajaron toda su vida”, criticó un legislador de la oposición tras la sesión. Del otro lado, el oficialismo celebró haber sostenido el veto como una victoria contra “el gasto político y el populismo previsional”.
La moratoria previsional, que permitía a miles de personas acceder a la jubilación aun sin los 30 años de aportes completos, también quedó fuera de juego. El mensaje es claro: sin aportes, no hay derecho, una lógica que prioriza el Excel antes que la realidad social.
La oposición no tardó en advertir sobre el impacto directo en la vida de millones de jubilados. “Hoy perdieron los de siempre: los que no pueden hacer lobby, los que no tienen cuentas offshore ni cargos en el Estado”, sostuvo una diputada del bloque Unión por la Patria.
Lo sucedido en el Congreso no es un hecho aislado. Se inscribe en un modelo de país donde el ajuste no solo es una bandera ideológica, sino una decisión política sostenida por el aparato institucional. Y el precio, una vez más, lo pagan los más vulnerables.