Entre los aumentos más notorios se encuentran el tomate, la papa, la cebolla y bebidas como gaseosas y jugos, que forman parte del consumo habitual de las familias. Los comerciantes explican que las subas responden a factores estacionales, problemas de distribución y ajustes de proveedores, en un contexto de alta volatilidad económica.
El informe también advierte que el encarecimiento de estos productos esenciales se suma a una tendencia inflacionaria que no logra desacelerarse, a pesar de la caída en otros rubros. Para muchos hogares, esto implica reorganizar el presupuesto, reducir cantidades o cambiar hábitos de compra.
Desde el sector comercial se señala que la demanda se mantiene, pero con mayor selectividad y búsqueda de ofertas. En paralelo, organizaciones de consumidores reclaman medidas que frenen la escalada de precios y garanticen el acceso a alimentos básicos.
La inflación alimentaria, que golpea con más fuerza a los sectores vulnerables, se consolida como uno de los desafíos más urgentes para la política económica. Octubre confirma que, en la mesa de los argentinos, el ajuste sigue siendo protagonista.